Ya no puedo callarme más. No quiero autocensurarme más, y mucho menos en mi blog. Durante todos estos meses de pandemia no he querido dejar constancia por aquí (ni por ningún otro lugar “público”, excepto cierto tímido acercamiento en los artículos “Lo que se nos está perdiendo” Parte 1 y parte 2) de mi posición, de lo que pienso y siento con todo esto. Imagino que he querido creer que todo pasará. Haciéndome un poco la longis, y procurando depurar mis emociones y sentires con mis (tan amadas) compas-cómplices. Siempre que he podido en cuerpo, risas y lágrimas.
Pero la cosa se está pasando de castaño oscuro. La vida ha dejado de ser vivible, o mejor dicho, un poco menos vivible de lo que era. Parece que caminamos hacia un apocalipsis que se veía venir, y que hablar del dichoso virus es lo único posible mientras intentamos (con un poco más de esfuerzo) ganarnos nuestras lentejas con la dignidad que nos dejan.
A mí, durante estos últimos meses (y especialmente estas semanas en las que el bitxo me ha pillado), el enfado y la rabia de ver la muerte seguir caminando a sus anchas incitada por un capitalismo zombi, y la tristeza de saber que un nuevo (gran) duelo está aquí, me han hecho reforzar con creces lo que pensaba: Podemos llamarle Covid, pero en realidad, sería mucho más correcto llamarlo heteropatriarcado capitalista neoliberal en fase de sindemia. Es decir, un sistema que se cae de viejo y obsoleto, y que nos aplasta a su paso. Ya sea con un virus famoso, con ríos contaminados o con expolios y esclavitudes de aquí y de allá, o como está ocurriendo, con todo a la vez.
Mascarillas y expresiones borradas
Empiezo por lo emocional. Eso que nos hace humanes. Eso que realmente nos deja vernos y ser en el espejo de le otre. Ya son muchos meses de mascarillas borrando nuestras caras. No pongo en cuestión que sean necesarias para “combatir” el virus, pero estamos perdiendo mucho. Mucho más de lo que (aún) podemos nombrar. Pienso (y veo) a las criaturas crecer sin expresiones en las que encontrarse, e intento no pensar demasiado en las consecuencias que esto tendrá (también) cuando crezcan…
Vida social que ha dejado de existir
El gran-último giro del individualismo que (supuestamente) nos salva, ha llegado para quedarse. La vida social sigue estando únicamente entre pantallas conectadas. No hay piel, olor o abrazos. Ya son demasiados meses de esto. Les humanes, como animales sociales que somos, necesitamos de otres para existir. Y quizá, sin ese otre al que oler, nos vamos muriendo sobre-protegidas entre las cuatro paredes de nuestra habitación conectada. Ojo, siempre y cuando tengamos el privilegio de tener una (conectada) habitación…
¿Para qué reforzar lo publico si lo privado es lo que da “El desarrollo”?
Aquí esta, en mi opinión, una de las claves más importantes: En marzo hará 2 años desde que comenzó todo esto (me da un escalofrió al cuantificar que el tiempo ha sido tanto…), y no se ha movido prácticamente ninguna ficha que refuerce el “estar-bien” social. No se han tomado medidas nuevas, no se han abierto espacios alternativos en donde poder hacer piel. Todo han sido recortes, de libertades, de posibilidades, de opciones sociales. Lo único “expandido” han sido los precios de la luz, del gas…
¡Renta básico (de las iguales) YA!
Seguimos en un paradigma de (supuesto) desarrollo privado y privativo. Los de siempre se siguen enriqueciendo, más aun si cabe con todas estas nuevas medicinas y pruebas farmacológicas que hemos integrado sin rechistar.
Durante estos últimos meses he repetido infinitas veces esta pregunta: “¿Cuándo vamos a empezar a hablar de renta básica?”. Podemos hablar de vacunas, sí, podemos hablar de pasaportes, si (bueno no, pero dejemoslo estar…), pero por favor, hablemos de una vez por todas de la renta básica de las iguales.
Las desigualdades han quedado absolutamente de manifiesto en este tiempo-pandemia. Quizá se controle el virus (el covid, digo), pero no servirá de nada si no vamos dando pasos hacia el buen-vivir. Hacia el decrecimiento. Hacia el consumir menos y vivir mejor así. Hacia trabajar menos. No hay otra opción. Y sería de mucha ayuda (en mi opinión, sería fundamental) poderlo hacer con las condiciones (mínimas) para la vida cubiertas.
Soberanías (que nos salvarían)
Sigo pensando que únicamente esas “otras” formas de economías nos salvaran, o al menos nos darán las pistas para esos caminos que ya son imprescindibles si queremos sobrevivir como especie. Las perspectivas de la economía social (transformadora) o la economía feminista tienen un montón de claves para construir esos “otros” modelos de vidas que necesitamos. Ya no es un capricho (nunca lo ha sido, pero hay quien así lo piensa…).
Poner la vida en el centro, dejar de destruir y expoliar, cambiar radicalmente nuestra manera de consumir (y también de divertirnos), atesorar y valorar los trabajos de cuidados que sostienen la vida, cuidarnos en relación, ser soberanas de nuestros empleos, de nuestras vidas, de nuestro alimento, de nuestras tierras y cuerpos. Esto necesitamos. Y es muy muy urgente.
Sinceramente, creo que para este momento, ya debería de haber una huerta cooperativa y comunitaria en cada barrio, un grupo de consumo, asambleas (y tiempo para estar en ellas) en donde decidir cómo abastecernos para seguir viviendo. Tendríamos que poder ser (lo más) soberanas (posibles) y tendríamos que poder estar haciéndolo con ayuda (incondicional) de las entidades públicas.
La vida era aquello
Miro con nostalgia la vida de hace dos años. Todo iba tan bien… Después de varios años de terapia estaba aprendiendo a relacionarme. Incluso había comenzado a ir a eventos y a fiestas (de barrio) que me estaban ayudando a (por fin!) aprender a divertirme. Todo se puso en pausa en aquel fatídico marzo del 2020, y temo no volver a dar al play nunca más.
Estoy distópica y apocalíptica. Lo reconozco. Hace unos días vi la peli de “No mires arriba” y flipé. (SPOILER ALERT!!!) Desde que comenzó la peli supe como acabaría, y contra todo pronóstico hollywoodiense, acerté. Me impactó mucho ver como todo terminaba mientras la Vida (esa que no conoce racionalidad ni tiempos lineales) seguía siendo. Seguía ocurriendo. Quizá aún quede alguien ajeno y que no quiera relacionar covid con capitalismo.
Quizá aún existen personas que no ven la relación entre las necropolíticas (políticas de destrucción que llevan a la muerte) y este nuevo-famoso-virus. Más allá de conspiraciones acertadas (o no tanto), lo que ya no puedo/podemos hacer es seguir negándola. Seguir haciendo como “que pasará” si que es ser negacionista. Creo que vienen tiempos complicados. Más aún. Y que estar preparada para tomar las decisiones necesarias, es el reto al que me enfrento, y nos enfrentamos.
La vida era aquello, si, aunque ahora también sigue siendo. En mí, en ti. En nosotras. Juntas. No lo olvidemos.
*La foto de este post es del puente internacional peatonal que separa el estado francés del español. Está en mi ciudad, en Irun. Desde que comenzó el virus (que casualidad) pusieron estas vallas. Ahora puedes pasar (si eres blanca, claro) por el puente de al lado, por donde cruzan los coches y donde siempre (otra casualidad) hay patrullas de gendarmes y guardias civiles (cada uno en su lado del puente) haciendo controles. En Irun pasan al año más de 7.000 personas migrantes. Ya son 4 las que han intentado cruzar el rio a nado y han perdido la vida en el intento.
Mila esker zure barrukoa partekatzeagatik beldurrez eta nekeaz betetako garai hauetan. Beti pentsatu dut alaitasuna topatzeko aukera badagoela…baina, mekatxis, ze zaila den batzuetan! Besarkada goxua zuretzat eta aurrera…! Bihotzez.
Jarrai dezagun ba alaitasunaren bide horiek topatzen, Ana! Gurekin ezkutaketetan jolasten daudela dirudi, jejeje, baina ziur aurkitzen jarraituko ditugula.
Besarkada bat zuretzat ere eta mila esker hemendik etortzeagatik zure sentimenduak partekatzera 🙂
Bidean galdutakoa guztiari izena jartzeko beharra asetzen hasteagatik, milesker Enara.
Ez, hau ez da pasako. Ez gaitezen itxaropen fatsu horretan kolokatu. Ez gara itzuliko izan ginena izatera. Ez gaituzte salbatuko. Lehengo arazoak orain handiagoak dira eta gu, isolatuago eta txikiago.
Begira diezaiegun beldurrei parez pare. Izenda ditzagun. Kokatu gaitezen. Ahalik eta elkarren, bata bestetik, gorputzak gorputzekin. Emakume borrokalariak, gure irakasle. Baina gu gara hemen eta orain gaudenak. Lurrean, lurrazpian. Sustraitzen indarrez ernaltzeko.
Eskerrak ematen dizkiot Bizitzari (eta guri ere noski ;)) elkarrekin bide hau egiten goazelako, matte Ione.
Hitz eder zein gogor hauek hemendik partekatzeagatik ere eskerrak ematen dizkizut. Ez nago bakarrik, eta hau, behin eta berriz ernaltzeko indarra ematen dit. Ez da pasako, ez, eta bidean (are) gehiago galduko dugula uste dut… baina tira, elkarrekin (lagunekin) askoz hobe ^^
Kaixo, Enara!
Aspaldi ez nituela holako postak irakurtzen, baina hara non honek geldiarazi nauen. Izango da ni ere sindemiarekin nazkatuta nagoelako, eta osasunetik eta pribilegioetatik, ikuspegi kritikoa indartzen ari naizela.
«Otras formas de divertirse» horrek zer pentsa eman dit. Izan ere, bidaiatzea, eta urrun eta luze gainera, nire aisiaren parte handi bat zen lehen. Landa emakume bihurtu nintzen arte. Eta hara non pandemiaren hasiera nire bizitzako inflexio puntu horrekin bat egin zuela… Kontua da bidaiatu dudala pare bat bider garai hauetan, eta flipatu dut jende uholdeekin, burgesiaren yate eta jauregiekin, makrohotekin, a pie de playa… Alhambra jendez lepo, ezin gelditu harrian grabatutako kaligrafia eder horiek miresten… jendeari ihes ibiltzen banaiz Albaycineko kaleetan, orduan, zertarako bidaiatu?
Baina «la vida era aquello» nostalgiko horri, itxaropen apur batekin erantzungo diot.
Pandemia aurreko bidai batean, Madrilera egin nuen ihesaldi labur batean, megapolia zeharkatzen duen ibaieko ekosistemak liluratu ninduen. Abya Yalako nire lagun indigenei idatzi nien, arrazoia zutela. Bizitzak goiari eusten diola, eta uzten diogunean (diru publikoz lagundutako Madrid Río programari esker, izan PPkoa edo berdin zait!), bere sorlekura itzuliko da: el junco, la garza, la trucha… den denak, urte gutxitan. Miraria hemen lurran!
Beraz gizaki batzuen aberastasun grina baino indartsuagoak direla pentsatu nahi dut, eta zer ustiatu ez dagoenean, itzuliko direla denak! Eta espero dut gure espeziearen laguntza onartuko dutela, samurtasunez, elkarbizitza baita ederrena!
Animo, Enara! Eta egurre kapitalismoari!
Ai, Alba. Polit. Zein mezu ederra. Egun oso bero batean, itsasoko haize fresko baten antzera sentitu dut. Mila esker. Mila mila esker.
Arrazoia daukazu guztiz… Bizitzak goiari eusten dio, eta honek esperantza hauspotzen dit, eta horrelako garaietan, ber-piztu. Hori da niretzat, justu, babestu beharrekoa. Barreneko txispita horiek. Bizitza «kanpoan» mantentzen dutenak. Taupatzen-taupadaka. Ze, zure azken esaldian diozun bezala, «espero dugu gure espeziaren laguntza onartzea», eta nolabait, ez beranduegi izatea gizakiontzat. Egia da ez zaidala eroa bururatzen gure desagerrera espezie bezala, baina guztia emango nuke jakiteagatik, Bizitza itzuliko dela jakiteagatik. Zure ziurtasunak nirea errotzen du.
Bizitzaz beteriko besarkadak, Alba eta baiiiii, egurreeeeeee kapitalismoari 😉
Que grande eres Enara!!! PostAkazo!!💪🏽
🙂 Eskerrik asko, amore mío <3