Hace poco he descubierto la importancia que tiene poner atención en las emociones. A nivel teórico lo sabía hace mucho, sin embargo han sido (y están siendo) diversas situaciones personales (tipo tsunami) las que me están poniendo en jaque para que atienda con mucha (mucha) más persistencia y detenimiento lo que acontece en mi (intenso y a ratos muy caótico) mundo interior.
Estarás conmigo en que durante un (solo) ciclo menstrual transitamos muchas emociones. Saber qué siento, cómo me siento y dónde están ubicadas en mi cuerpo es de vital importancia para poder seguir trabajando en esto de: “cómo ser un cuerpo menstruante sin morir en el intento”, o pronunciado de una forma un poco más optimista: “cómo vivirme siendo un cuerpo menstruante acogiendo (todo) lo que siento”.
Los tres cerebros
¿Pensabas que tenías un cerebro, verdad? ¡Pues mira, en realidad son 3! Hace unos días he realizado un Taller (bueno, lo que en nuestro Grupi hemos denominado Pintxo-pote temático, que viene a ser colectivizar saberes mientras nos tomamos unas cervezas el viernes a la tarde. (¡Por cierto, I. y M. sois unas jefas!) sobre el eneagrama (si no conoces esta herramienta aquí tienes un buen link para acercarte) y una de las cosas que más sorprendida me ha dejado ha sido que según la personalidad imperante que desarrollamos, actuamos (primeramente) desde una de las 3 partes de nuestro maravilloso cerebro triúnico[1].
Aunque hablemos de 3 partes, todas están conectadas entre sí funcionando como un ente único. De forma muy resumida, está el reptiliano (que se encarga de la supervivencia y se expresa por medio de impulsos), el límbico (responsable de las emociones asociadas a las vivencias que tenemos) y el neocortex (encargado de los pensamientos sistemáticos y lógicos). ¡Todo este pack de posibilidades interconectadas es fruto de nuestra evolución!
El cerebro límbico y el patriarco-capitalismo
Seguramente alguna vez hayas oído esto de que “las mujeres son emocionales y los hombres racionales”. Sin duda es una frase cargada de machismo que en mi opinión, lo único que hace es perpetuar el sistema patriarcal y dicotómico en el que vivimos, donde lo racional sigue siendo leído como “lo más” y lo emocional aún tiene la carga de “eso que te pasa por las tripas a lo que es mejor tirarle arena encima y olvidarte”.
¿Será acaso que al hombre económico[2] le han «extirpado» el cerebro límbico y es por esto que no puede sentir lo emocional? ¿Será que pensaban (y pensamos) que cuánto más alejadxs de nuestras emociones estemos, más conectadxs con nuestro neocortex, y por ende, más y más productivxs somos? ¿Será que algunas emociones no son leídas como productivas y ha sido mejor alejarnos de ellas (y al mismo tiempo de nosotras y de lo que sentimos)? Al fin y al cabo, son unas cuantas décadas de impulsarnos a ser un homo economicus, el cual entre otras cosas, se define como 100% de racionalidad y 0% de emociones.
¡Todxs tenemos emociones, y éstas atraviesan absolutamente todo lo que hacemos en nuestra vida!
Estar en contacto con nuestro mundo emocional y ser capaces de tomar decisiones también desde ahí (de la misma forma que lo hacemos con nuestra racionalidad sin que a nadie le sorprenda) es imprescindible para construir realidades en las que los cuerpos, y los procesos (emocionales) que vivimos, tengan el lugar que merecen. Porque nuestras emociones SON, están y nos afectan (¡Y menos mal!).
La rueda de las emociones
No hay emociones buenas ni malas. Estas “únicamente” son la reacción visceral a pensamientos, situaciones y demás que vivimos en el día a día, y estas reacciones están condicionadas por las formas de movernos por el mundo que hemos aprendido (para sobrevivir). Sin embargo, en la cultura en la que vivimos unas y otras tienen diferentes reconocimientos sociales, y por esto, son sostenidas/acogidas/desechadas/integradas de formas (muy) distintas, tanto por nosotras, como por nuestro entorno.
Algunas, como las que están relacionadas con la felicidad están premiadas en este sistema positivista del «tu puedes» (no olvidar el siempre-siempre presente productivismo y cuales son las emociones que desde aquí se enaltecen). Otras en cambio, como las que tienen que ver con la tristeza o el miedo, quedan relegadas a esa «vida privada» que al ser considerada como tal, perpetua la idea de que esas emociones solo las viven unxs cuantas en base por ejemplo a sus hormonas, a cuanto de sensibles sean, etc. ¡Lo personal es político! ¡Por tanto, la tristeza, el miedo y las emociones también lo son!
Hace poco descubrí esta Rueda de las emociones que te comparto a continuación, y me quede fascinada con la cantidad de palabras que ahora tenga para atinar (un poco más) en cómo me siento:
La tengo en el frigo sostenida por imanes, y así, cuando ando confusa y me siento a la deriva, procuro acercarme y definir cómo me encuentro. Porque en este caso también, los matices, dicen mucho.
Diferencias entre controlar y acoger
Nuestro vocabulario se ha ido tornando poco a poco muy empresarial. De alguna forma pudiera parecer que somos mini-corporaciones productivas (también) por las palabras que usamos. Seguramente habrás escuchado esto de “gestionar las emociones”, y aunque gestión es una palabra que puede ayudarnos a comprender que las emociones son mensajeras de qué es lo que estamos sintiendo y con esto, que requieren de atención, no se trata de intentar controlarlas como si de un balance de cuentas se tratara.
Más bien se trata de (re)conocerlas y saber acoger/descifrar/conectar con el mensaje que quieren transmitirnos. Darles espacio, y a ser posible, no caer en juzgarlas(nos). De esta manera es como nos responsabilizaremos de lo que estamos sintiendo y será la forma en la que podremos ser honestas (a la vez que empáticas) para poder transmitirlas si fuera necesario. A esto se le llama Inteligencia emocional.
Ciclo menstrual y emociones
Seguro que si llevas registrando un tiempo te has dado cuenta que transitas por diversas emociones en las diferentes fases del ciclo… ¿Cuales son? ¿Las reconoces? ¿Te animas a registrarlas y a ir definiendo los matices utilizando la rueda?
Este post tiene segunda parte, donde te contaré cuales son las emociones por las que transito (habitualmente) durante mi ciclo. ¿Registras tú también y compartimos?
[1] https://psicologiaymente.com/neurociencias/modelo-3-cerebros-reptiliano-limbico-neocortex
[2] «… homo economicus, basa sus decisiones en la medida de que afecten en mayor o menor grado a su función de utilidad personal. Y por tanto, se niega que el ser humano considere en sus decisiones el bienestar de los demás y el del propio planeta. Es decir, se niega que las decisiones estén afectadas por factores ambientales y emocionales, como afecto, gratitud, amor, justicia…a menos que esto le convenga al individuo» . Fuente: https://economipedia.com/definiciones/homo-economicus.html
*La ilustración del post es de Agustina Guerrero.
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¡Qué TEMÓN el de las emociones! ¡Me fascina! Desde hace relativamente poco las estoy empezando a sentir en el cuerpo como energía que se mueve, sin etiquetas, y es una pasada. Aunque muchísimas veces caiga en el patrón automático de intentar ‘controlarlas’, ains, ¡menudo trabajo!
Y mila esker por compartir la rueda de las emociones. Es muy gráfica, la voy a usar seguro porque me falta mucho vocabulario emocional.
¡¡Más emociones y menos productividad!! ¡Aupa Enara!
jejeje, me encanta ese lema último, Senda!
Y si, sentipienso, que dada la cultura (cero emocional) en la que vivimos, será este un trabajo de por Vida. Lo bueno es que creo, que también nos la dará 😉 Vamos hablando, que como comentaba, este post tendrá más partes, y vuestras vivencias son im-pres-cin-di-bles para seguir escarbando y creando esta nueva cultura de los cuerpos y sus (nuestros) procesos.
Abrazooooootes preciosa <3
Gracias querida Encara por tu publicación.
En mi vivir(me) y reconocerme un ser emocional no soy capaz de transitar lo que sea que sienta, tanto si es una alegría desproporcionada, como la más profunda tristeza (en ésos extremos me suelo mover), sin el sostén de personas de mi red afectiva. Diría que reconocernos todes con emociones a las que hay que atender y reconocerlas para si acaso, poderlas dicipar, necesita sí o sí de red. Tanto por si soy yo la que transita alguna emoción que me resulte desconcertante para mí misma, como si la transita la otra persona. Y me explico: creo tan importante reconerme cíclica y emocional como verme en la otra para (también) estar por ella. Autoatención con sostén colectivo de las emociones.
¡Gracias por compartir la rueda! Tendré que verla en ordenador porque desde el móvil no leo nada, jeje.
Gracias, Carolina A.
Gracias a ti por leerme y comentar, Carolina!
Estoy de acuerdo contigo en la importancia de esa (auto)atención con sostén colectivo de las emociones. Creo (o al menos también es así en mi caso) que esto hace la realidad mas tierna y ademas podemos ir aprendiendo unes de otres a acogerlas. La Cultura emocional, como la cíclica, la crearemos juntas y será (y Es) subversión y resistencia.
Atxutxon, Compa 😀
Me encanta este tema de las emociones y poder nombrarlas con todos los matices gracias a la rueda. Se puede usar de dentro a afuera para ir afinando en el matiz o de afuera hacia adentro, y darnos cuenta de que lo que sentimos es ira en lugar de miedo, por poner un ejemplo. ¿La usas también de esta segunda manera?
Te mando un abrazako
Gracias por comentar Babi! Y si, tal y como dices a mi me es útil en «las dos direcciones», de fuera hacia dentro para definir los matices y en caso contrario para saber cual es la emoción principal. En mi caso ando desarrollando (auto)estrategias para estas últimas y me doy cuenta de que los matices, también me dicen mucho a la hora de acogerlas.
Seguiiiimos, Compa! Abrazako sonriente de vuelta 🙂