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Comencé este proyecto hace ya 3 años con idea de articular dos ideas que aunque parecían alejadas, ambas me latían fuerte. Me planteé el reto de ir articulando-las: El ciclo menstrual y la perspectiva de la Economía Feminista.
Estoy segura que aún me (nos) quedan emocionantes viajes y muchas derivas, sin embargo hoy quería contarte, que he llegado a un segundo puerto que he titulado Economía Feminista (EF en adelante) y los Cuerpos. [Si quieres leer el comienzo de este balbuceo, puedes leer este artículo: EF. Construyendo puentes]
Cada vez lo tengo más claro: Si la economía es en sí misma la forma en la que nos organizamos (actualmente con el capital en el centro), va a resultar imposible que (bien) vivamos en este sistema lineal siendo como somos, cíclicas (bien porque somos un cuerpo menstruante o bien porque los procesos de la vida, nunca, nunca, son planos).
Desde lo que más profundamente me atañe, diré, que de base no hay posibilidad de respetar nuestra danza hormonal cuando a cada rato, nos topamos con todo tipo de actitudes derivadas de la violencia lineal estructural, que mantiene hegemónicamente (la acumulación de) el dinero en el centro.
Y así, aquí, en este puerto, es donde continúo integrando la cultura menstrual y la economía feminista desde la perspectiva de cuidarnos y de poner (de forma práctica y real), los cuerpos en el centro.
TIEMPOS PRECARIZADOS Y CUERPOS QUE VAN A LA DERIVA
La palabra autocuidado se ha puesto de moda y pudiera parecer que al tenerla en la boca y leerla en las redes y medios nos cuidamos, pero ¿Cómo lo hacemos? ¿Desde dónde? ¿Hay dinero de por medio? ¿Y sigue siendo el money imprescindible para hacerlo?
En este tiempo de “itxurokrazia” (término en euskera que alude a que estamos regidas por las estéticas. Su traducción podría ser «esteticracia») que vivimos, pudiera parece que hay que consumir de todo para autocuidarse. Sin embargo, esto es una apropiación (más) del capitalismo, en la que el cuidado (y cuidarse) se asocia directamente con el consumo de todo tipo de cosas para que supuestamente estemos «mejor».
Lo que ocurre es que para cuidar(se) sobre todo, y bajo mi punto de vista-vivencia, lo que se necesita es tiempo: Para pararme a sentipensar qué quiero, para registrar y conocer las decesidades de mis fases, para acoger a otras, para cocinar rico, para poder participar en proyectos colectivos… ¡Para todo! y sobre todo para que ese “todo” sea reflexionado y no nos suponga un agobio extra.
Con lo que cuanto menos tiempo tenga, más posibilidades de que el cuerpo vaya a la deriva, siempre unos pasos por detrás de nuestra mente (arrastradas por los “debería”) y montadas en el tren de alta velocidad en el que vamos. Y si además, consumimos más y más para ese supuesto autocuidado, es muy probable que tengamos que tener más dinero, y con esto, según mi propia vivencia-formula, menos tiempo.
[Sobre el tiempo, como concepto, te cuento más en estos 2 artículos: El Tiempo/Los Tiempos (Parte 1) y (Parte 2)]
¿DÓNDE ESTÁN LOS CUERPOS? ¿DÓNDE ESTA TU CUERPO?
¿Pero entonces, dónde están los cuerpos en la Economía? ¿Qué consideración les/nos tenemos a la hora de organizarnos?
¿Acaso existen en algún lugar? ¿Cómo hacemos una lectura de estos, dentro de este complejo sistema?
¿Cuál es su lugar a la hora de organizarnos? ¿Y los procesos que vivimos en ellos (en nosotras)? ¿Dónde está tu ciclo menstrual-ovulatorio (y todo lo que vives con este proceso) en los lugares donde habitas?
Necesitamos hacernos estas preguntas y que lleguen a todos lados: Grupos de amigas, colectivos de todo tipo, empresas y cooperativas, espacios comunitarios,… sin que saquemos los cuerpos y nuestros procesos de los armarios, difícilmente podremos ponerlos en el Centro, y relegar así al capital (un poco más) hacia la periferia.
CULTURA DE LOS CUERPOS (CUIDADOS)
A pesar de ser imprescindibles para el funcionamiento integral de esto que llamamos Vida, están relegados a lo más hondo del iceberg de las opresiones (encuentras la imagen en el artículo que he mencionado antes). Ningún proceso reproductivo computa en el PIB y nada de lo que tiene que ver con estos (más allá de la mente y sus capacidades, que también es Cuerpo) está considerado en ningún lugar. Simplemente parece que no existen, aunque sin ellos, no seriamos nada. Y por supuesto, no existiría el capitalismo.
Este sistema lleva desde siempre ocultando que los cuidados que hacen que la vida se (re)produzca, y la realidad es que fuimos paridas y criadas, y que en toda nuestra vida, seguimos requiriendo de cuidados; físicos, psicológicos, emocionales, colectivos… Todas y todos los hemos necesitado, los necesitamos y los necesitaremos.
La cultura de los cuerpos (cuidados) y de los procesos acogidos aún no tiene (casi ningún) lugar en esta forma de economía caníbal en la que estamos, por esto, es importante ir integrando los Cuerpos y los procesos para que así, pueda realizarse una transformación de raíz, de entraña, de emoción cuidada, de proceso acogido.
Hago una pausa por aquí. Habrá segunda parte en breve 😀 Si te apetece, estaré encantada de leer tus respuestas en los comentarios. Como siempre te digo, estas “nuevas” formas de organizarnos las crearemos juntas, o no serán 🙂
*La ilustración de este post es de Itxasne Illustration
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