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Diario de una climatérica: Mi llegada a este ecotono

Finales de agosto del 2025

Aunque he dejado de publicar por aquí no he dejado de escribir. Son cientos las hojas que he llenado con mis sentires y pensamientos. Las letras juntas siempre se me hacen casa. Me escuchan. La hoja en blanco nunca me juzga y, sin duda, es la mejor manera que he encontrado en mi etapa adulta de ordenarme y de saber quién soy.

Durante esta pausa me he juzgado duramente por no estar aquí. Me he sentido seca de ideas, o con tantas, que pensar en ordenarlas me daba ansiedad. Y, en algunas ocasiones, también he pensado que era absurdo escribir, porque en este tiempo posmoderno que habitamos, he sentido que casi todo está escrito ya.

Sin embargo, esto no es verdad. Las narrativas se crean dentro de cada una de nosotras, y al igual que los textos de otras/otres son de gran inspiración para mí (sigo leyendo con mucho mimo a Mariana Matija, a Erika Irusta, a Alba Muñoz y nutriéndome mucho de proyectos como el de Arminda Abdola o Paloma Todd y de las conversaciones con amigas o en el grupo de Venus…), quizá haya alguien por ahí que encuentre inspiración al leerme.

Dado que esto último no puedo controlarlo, vuelvo a las palabras públicas con el único fin de sacar (y ojalá ordenar) todo esto que en los últimos tiempos vuela sin rumbo dentro de mí. Y así vuelvo, por la puerta grande, estrenando nueva etapa vital, dándole la bienvenida al climaterio que, sin duda, está siendo la que me está dando el punch interno para esto.

Welcome a una nueva fase de Vida

Me he visto decir muchas veces que yo no hablaba de este tema porque aún no lo había pasado por mi cuerpo. Esta metodología me (y nos) ha acompañado durante estos años de talleres y charlas: No hablar nunca (unicamente) de teorías, hablar desde el sentir que los procesos cuerpo adentro generan, y después, contrastar(nos) con las narrativas existentes para ampliarlas, ajustarlas o modificarlas.

Y aquí estoy. Ahora sí. Es tiempo de climaterio. Aún no me lo creo y seguramente por esto es por lo que necesito escribirlo, contártelo, que lo (me) abraces y seguir caminando las etapas que la vida, gran sabia Ella, propone.

Últimamente, Paloma Todd (en su proyecto Soberanía Creativa y en el proceso de Tierra Mi(s)tica), nos habla mucho de los ecotonos. Estos son lugares liminales, de ‘en medio’, esos sitios que se generan entre dos territorios ‘con identidad propia’, como por ejemplo, la orilla. El mar y la tierra dan opción a ese lugar de en medio que tanta vida propia genera. Los ecotonos, aunque a veces pudieran parecer no-lugares, son espacios de gran biodiversidad propia. Yo, aquí, en mi territorio, en este delta del Bidasoa que tanto estoy aprendiendo a amar, estoy rodeada de aguas que son dulces y saladas al mismo tiempo, rodeadas de marismas en las que cientos de bitxitos y plantas desarrollan sus vidas en medio de, literalmente, dos aguas.

Siento que el climaterio es un ecotono. Un lugar interno en medio de un proceso cíclico (también llamado en mi opinión, horriblemente, etapa fértil) y un ‘después’ que, aunque aún no sé bien cómo será, puedo intuir poderoso y determinante. De momento, en este ahora, a mis recién estrenados 41 años, me siento dando volteretas en la orilla-ecotono de una playa de cantos después de que una ola feroz me haya pillado de imprevisto…

Por fin paran las vueltas y escupo agua salada por la boca. He tragado flujo marino, alguna alga quizás. Las piedrecitas se me han clavado en los muslos, tengo el biquini descolocado y el pelo revuelto sobre la cara. Las mujeres* que en estos años (me) han hablado sobre este tema (May Serrano, Carolina Ackermann, A., A., I.… especial gratitud desde aquí, hermanas), vienen a mi rescate. Se ponen en círculo a mi alrededor mientras se mojan los pies, me hablan, me consuelan, me recuerdan que ellas ya han hecho un camino por este sendero. Que hay menos zarzas que hace unos años. Y una vez más, igual que me pasó hace como 15 años cuando me sentí acompañada en mi incomprendida y depresiva premenstrual, me doy cuenta de que no estoy sola, de que hay pistas para el camino y voces que son faro, y que, además, esta será una nueva ocasión para conocerme un poco más a fondo. Respiro. Me relajo y me quedo tumbada un ratito allí donde las olas terminan su andadura.

Ser el poder. ¿Cómo es esto?

“Cuando tienes la menarquía descubres el poder, en la etapa cíclica lo practicas y en la menopausia eres el poder”. He repetido esta frase miles de veces. La he convertido en mantra. Algo en ella me da sentido y cierto consuelo en esta sociedad tan atravesada por la violencia lineal. Ahora, que es cuando llega el momento de acuerpar la teoría, me la recuerdo con cierto sarcasmo y me pregunto: ¿y cómo se hace esto? ¿Qué es esto de ser el poder?

Seguramente quiera seguir adelantándome al proceso. Como es habitual estoy queriendo racionalizar todo y darle un sentido, en vez de dejarme en paz y dedicarme tranquilamente a sentir y a vivir la experiencia… Hace poco escuché que aunque creemos que como humanites somos una especie que piensa y piensa y de vez en cuando siente, en realidad, somos una especie que siente y siente e insiste en racionalizar todo eso que, dicho sea de paso, muchas veces es innombrable con palabras.

Creo que me voy a quedar un rato más en la orilla dejándome estar. En este ecotono del que, al igual que las marismas que en marea baja no huelen muy bien, puedo hacerme amiga. Me gusta de vez en cuando sentirme naufragar, me gusta verme despeinada, me gusta sentir la adrenalina tras un buen revolcón, me gusta tener arena metida en todos los recovecos de mi cuerpo, me gusta el sabor a sal, me gusta que, al poco de dejarme estar ahí, de no quererme levantar aún, aparezcan pececitos orilleros (y como digo, compas-amigas que también andan en estas) a recordarme que los ecotonos son lugares preciosos en los que vivir. Me gusta saber que no hay prisa de nada, y que al mismo tiempo, al estar bien viva, tampoco hay pausa para que los procesos del cuerpo sigan desarrollándose.

Preparando la mochila

En cada viaje hay equipaje. También en los internos. Esta es una costumbre que he desarrollado en el último tiempo: prepararme lo necesario para adentrarme en cualquier aventura nueva. Por el momento me he hecho un Mapa en el que, en medio del folio, pone en letras de colores “Climaterio”. En los lados he anotado lo que he de duelar y las posibilidades de renovación que veo. También he hecho un listado de las perla(zas) que me ha dejado mi etapa cíclica y otra con las compas aliadas que tengo para llevar con amabilidad y compasión este proceso.

Todo esto me ayudará también a seguir viniendo por aquí y a desarrollar algo que me ha gustado llamarle “Diario de una climatérica” que, por cierto, al teclearlo en el buscador, aparecen más entradas con este mismo título y me siento alegre por que cada vez haya más relatos y más cuerpos que queramos compartir sobre esto que, hastsa hace relativamente poco, era un metatabú.

Si quieres acompañarme y contarme cómo lo llevas tu (si es que estás en esta fase o si esto que te comparto te resuena de alguna manera), estaré encantada de leerte en los comentarios o por email.

¡He vueltooooo! Sonrío grande porque había olvidado lo mucho que amo escribir (y compartir).

Un sentido abrazo, compa, gracias por leerme, acogerme y por estar cerquita al otro lado,

E.

pd: Aunque no he estado muy presente por aquí, he estado compartiendo a mi ritmo por el canal de Telegram del proyecto. ¡Vente! t.me/viviendoenciclico

pd2: El dibujo es una de las muchas acuarelas que he realizado durante este tiempo. En gran parte, he sustituido el escribir y publicar por la pintura, y la verdad, me ha sentado de maravilla.

4 comentarios en «Diario de una climatérica: Mi llegada a este ecotono»

  1. Qué delicia y qué inspirador leerte, Enara, alegría tenerte de vuelta en la palabra pública y poder compartir contigo esta nueva etapa del climaterio, que no me queda cerquísima pero tampoco lejos.
    Estaré atenta a tu transitar y te agradezco este compartir generoso. Que bonito tu mapa, es muy tu 🥰

  2. Linda Enara, qué bueno que regreses, que te compartas y que nos sintamos una con cada una su singularidad.
    Y… ¡Bienllegada al climaterio! Que las olas lleguen amables en el ecotono de la fascinante, otra etapa, de la perimenopausia.

    Te abrazo, nos tenemos,
    Carolina A.

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