Octubre del 2025
Las semanas avanzan y entre las miles de cosas a gestionar, me llegan mensajes de compas de aquí y allá contándome sus historias climatéricas (¡eskerrik asko a todas por la confianza!). Hay muchas similitudes en los relatos, en los síntomas y sobre todo, en cómo esta siendo (no) acogido su proceso. Estos días, me he dado cuenta de cómo brota mi fuego interno cuando una compa me dice que, en su entorno, hay un fuerte cuestionamiento sobre si realmente está en esa fase.
Descubro cómo las chispas externas prenden mi fuego interno. Es impresionante observar mi voz ahí adentro haciéndose grande, intentando, a toda costa, evitar más sufrimiento relacionado con el ciclo menstrual. Como te contaba en el primer artículo, hace unos meses (seguramente con la pausa del verano) algo dentro se me ha agotado en relación a hablar del ciclo. Me siento KO, ya no me apetece hablar de las fases ni de las expresiones de estas, ya no siento fuerza para seguir haciendo talleres y acompañar los dolores normalizados que tan presentes siguen estando.
Sin embargo, algo se me enciende dentro cuando, llegadas a este punto, habiendo pasado los 40, las no-validaciones siguen presentes. ¿Me va a decir a mí ahora alguien que acaso no puedo determinar en qué fase me siento estar? ¿Tanto tiempo intentando validar la danza hormonal y ‘sus síntomas’, para que ahora también alguien diga que soy demasiado joven, o que le parece que estoy ‘demasiado sana’ para estar (o ser) climatérica? ¿¡WTF!?
Fuego que se convierte en fuerza
Estos últimos meses (y también gracias al proceso que estoy haciendo con Venus -te hablaré más a fondo sobre esto en otros artículos-) vengo observando muy de cerca la expresión de mi fuego interno. Soy un ser de agua, en el cual, la expresión de las emociones suele canalizarse por medio del llanto y aprendí desde pequeña a convertirlo todo en pena, camuflando así la ira que por supuesto, también tengo y siento. También tengo y soy fuego. Uno que, aun estando bien hondo y aun a veces siendo más bien invisible (incluso para mi que, por ejemplo me sigue costando mucho admitir que estoy enfadada), grita y se enfada por las injusticias que tan presentes están en un sistema tan desequilibrado.
Este fuego se me convierte en fuerza, y aunque esté agotada (que lo estoy), esta nueva etapa me ha abierto una posibilidad poscíclica de escuchar esta voz y de hacerme palabra. Una voz-fuego que necesita decirse, una voz iracunda y harta que ya no aguanta más dentro. Una voz que, aun teniendo como bandera la ternura y la amabilidad, arde cuando se da cuenta de que está actuando desde la complacencia.
Síndrome de la impostora vs. Síndrome de la flipada
Hace un tiempo oí que para combatir (aunque no soy muy fan de esto, utilizo conscientemente este término bélico) a la impostora, podíamos escuchar dentro a ‘la flipada’. Esta voz, que a veces puede parecer excesiva, excéntrica o exagerada, es una buena manera de compensar a esa impostora que siempre (sieeeeempre) sigue acompañándome.
Soy consciente de que la clave está en el equilibrio, y para esto, ando escuchando los dos lados con el objetivo de poder encontrar ‘la medida justa’ entre la impostora saboteadora que nunca cree tener la razón en nada, y la flipada que a veces flota un poco por encima del suelo y que sabe felicitarse cuando se siente satisfecha. (¿Y tú? Estoy segura de que conoces bien a tu impostora, pero ¿sabes cómo se expresa tu flipada?)
Lo que hasta ahora ha sido el susurro de la intuición, que ha estado tan negado y denostado, se me está convirtiendo así en una voz poderosa cuerpo adentro que, cuando sale de la duda, cuando deja de negar lo que siente, cuando se atreve a expresar con autodeterminación en qué fase vital está, se siente en un lugar poderoso y soberano.
Un (posible) relato histórico
Tengo la sensación de que somos la primera generación (las que recientemente hemos entrado en la cuarentañez) en poder tener la alegría de sabernos climatéricas1 desde que el proceso comienza. Las que ahora tienen aproximadamente 50 años, transitaron esta etapa un poco a la deriva. Gracias a ellas y a todo su trabajo en relación a esto, hoy en día tenemos bibliografía, talleres y referencias sobre esta fase, y lo que es más importante, tenemos un marco en el que (intentar) descansar.
Ahora, nosotras, podemos entrar en esta fase ‘desde el principio’. Podemos decir en cuanto sentimos algún cambio esto de: “creo que estoy entrando en el climaterio”. Tenemos un verbo con el que nombrarnos. ¿Podemos acaso imaginar el sufrimiento y la sensación de estar perdidas que tendríamos al entrar en la menarquia sin ningún tipo de información? Pues nosotras ahora, gracias a todas las compas cinquentañeras que han hecho tan bello trabajo, tenemos la maravillosa posibilidad de que esto deje de ser así.
Y bingo de nuevo!
Dicho todo esto, te cuento también que hoy (17 de octubre) es mi día 24 del ciclo (que, tras llegar el ultimo sangrado empecé a contar de nuevo), y estoy viendo cómo el flujo marrón aparece en el papel de váter. Una voz dentro de mí dice con fuerza: “Oh nooo! Ahora que me he declarado climatérica, y que varias compas me han propuesto abrir espacios para hablar de este tema… ¿voy a volver a ser cíclica? ¿acaso me lo estoy inventando todo? ¿son ‘suficientes’ estos cambios para declararme en esta fase?… y otra vez vuelta a empezar. O no.
Ya hablamos largo y tendido en otro tiempo de ‘la perfecta menstruante’, de esa que quería encajar en las fases arquetipales, de esa que quería tener una duración del ciclo ‘como la de la media’ y un sangrado rojo brillante (y preciosísimo siempre) ni demasiado abundante ni demasiado escaso… así que ahora, se abren dos caminos ante mi: dar bola a la perfecta climatérica y desvalidar todo mi sentir, los cambios que estoy sintiendo, mi fuego interno y la narrativa que estoy intentando construirme para estar ‘lo más cómoda posible’ en un sistema tan incómodo, o quemarla en la hoguera del fuego que grita “se acabaron las chorradas, yo diré dónde estoy y punto”. Sin duda, la Señora que no va a permitir que le digan en qué fase de la vida se encuentra, elige la segunda, pilla una cerilla y prende la hoguera.
Gracias por abrazar mi fuego, querida. Deseo que las chispas que aquí he soltado lleguen al tuyo y sirvan para que protejas el buen fuego que guardas dentro y que seguro, está al servicio de la Vida.
Un abrazo lleno de ternura feroz,
E.
pd: Aún no he conseguido que me hagan los famosos análisis de sangre que midan mis hormonas, y ahora con este giro sangriento, no se si lo conseguiré… :/ Os seguiré contando! ^^
1Recordemos que enmarcamos dentro del climaterio la expresión de síntomas o sentires que han mutado y/o que son diferentes a los que teníamos en la fase de ciclicidad (o en la famosa y en mi opinión mal llamada, etapa fértil).
